Bill Furlong es un buen hombre, muy trabajador y tranquilo, que se gana la vida vendiendo carbón y madera para que no le falte nada a su familia. Un día, en el convento donde realiza una entrega, encuentra a una chica encerrada en un almacén, sucia y desnutrida. Cuando intenta ayudarla, las monjas justifican esta situación explicando que la chica se había escapado y que no la habían encontrado. Furlong sospecha que no es verdad, pero en ese momento lo deja correr. Días más tarde, se replantea qué hacer, ¿mirar hacia otro lado y no meterse en problemas o ser valiente y hacer lo que cree correcto, aunque salga perjudicado?
Con un estilo sobrio y descriptivo, la autora nos acerca a la crisis que sufre el protagonista a partir de las experiencias de su pasado y de ser testimonio de un hecho que puede comprometer todo aquello que con tanto esfuerzo ha conseguido. También nos introduce la historia de las lavanderías de las Madgalenas, centros donde fueron internadas una gran cantidad de mujeres en contra de su voluntad y fueron sometidas a maltratos continuos por las monjas que gestionaban estos sitios.
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